En el actual contexto de crisis del capitalismo vemos como por un lado, nos dicen que los trabajadores que más se formen tendrán más posibilidades de encontrar trabajo o mantenerlo. Y por otro lado que la solución a esta crisis capitalista está en mejorar las condiciones de quienes contratan a los trabajadores.
Las exigencias de la Patronal, es decir, de los empresarios, pasan por ahorrar costes en las cotizaciones a la seguridad social que deben pagar por cada trabajador, pagar menos cantidad de dinero por los despidos de trabajadores indefinidos, con la escusa de aumentar irrisoriamente las indemnizaciones por despidos de trabajadores temporales. Entre otras peticiones en estos dos ejemplos se ven como las arcas estatales se pueden ver mermadas de recursos, si se paga menos. Esto nos pondría en una situación en la que el Estado tendría que reducir gasto social, ya que se habría reducido el ingreso. Si ponemos como ejemplo los sectores de Educación y Sanidad, básicos para el Estado del Bienestar, y gratuitos por ahora, no hay que ser muy leido para pensar que estos podrían perder calidad, dotaciones presupuestarias, etc.
Pero si lo unimos a la situación de los trabajadores el nuevo escenario puede ser poco favorecedor para esta clase: Nos encontraremos con profesionales mejor formados que deben aceptar unas condiciones laborales más malas que antes de la crisis, no ya por la excesiva competencia de personas que opten a un mismo puesto (hay muchos desempleados), sino por la rebajas fiscales que benefician a los empresarios y perjudican a los trabajadores.
Estamos condenados a perder derechos mientras no se vuelva a la senda de la unidad obrera. Mientras nosotros los trabajadores nos entretenemos en peleas internas como las que surgen entre trabajadores autóctonos e inmigrantes, la patronal con el capitalismo como mejor aliado, nos impone su moral y sus soluciones.
Es el momento de despertar. De despertar como lo hicieron los trabajadores de antaño que consiguieron reducir interminables jornadas laborales hasta llegar a las actuales 8 horas, no sin sangre y dolor de por medio. Por todo lo que consiguieron y como homenaje a ellos no deberíamos dejar que la clase obrera sufriera un proceso acordeónico en el cual, si bien en los últimos siglos se ha producido un gran avance en sueldos, duración de la jornada laboral, seguridad, higiene, tiempo de ocio, etc. Ahora, nos encontramos en un momento de pérdida de derechos. Y cuanto más dormidos nos ven más derechos nos quitan.
En lugar de estar hablando de reducción de las 40 horas semanales a las 35 horas que pedía Izquierda Unida. Se ha estado hablando de ampliarlas hasta las 65 horas. En lugar de estar hablando de por qué una empresa grande que ha sido altamente subvencionada por el Estado (que somos todos) cierra sus instalaciones y deja en la calle a miles de trabajadores, se habla de que estamos en crisis y no pueden mantener los empleos. En lugar sacar una partida presupuestaria para dar cobertura a los más necesitados, para por ejemplo evitar deshaucios, se habla de que el Congreso de los Diputados ha aprobado dar miles de millones a la banca.
No se si los trabajadores están poco formados o no, lo que si es cierto es que hay muchos trabajadores muy cualificados que no tienen oportunidad de trabajar.
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